El IPN silencia el carillón donado a México por Holanda en 1952
* Su paradero, desconocido; estaría abandonado en una bodega de la institución
* En 1994 se destinaron 100 mil dólares para su reconstrucción
* Funcionarios niegan informes
Mónica Savage, especial para La jornada
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El carillón considerado el segundo más importante de
México -primero en instalarse en el país- podría estar abandonado por el Instituto
Politécnico Nacional (IPN) en una de las bodegas de la Dirección de Servicios Generales,
a pesar de que en 1994 se destinaron 100 mil dólares para su reconstrucción, aunque su
paradero es desconocido. |
En 1994 fue remodelado por Arturo Cepeda Salinas, entonces coordinador de la Escuela
Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), a petición de Oscar Jofre
Velázquez, quien ese año era director del Politécnico.
¿Aún existe?
Funcionarios actuales impiden el acceso a la bodega en que al parecer se encuentra, por lo
que no es posible comprobar si el instrumento aún existe o está completo, a pesar de que
fue donado al pueblo de México.
Cepeda Salinas asegura que el carrillón está en una de las bodegas de la unidad
Zacatenco. El presidente del Decanato del Cuadrilátero del IPN, Jesús Avila Galinzaga,
lamenta la poca sensibilidad de los encargados de Comunicación Social al impedir observar
el estado del instrumento.
Los encargados en el IPN de atender a la prensa, cuando se les preguntó por el
instrumento, manifestaron su desconocimiento del mismo e incluso tuvieron que informarse
sobre lo que es un carillón.
Cuando se enteraron de que en el Casco de Santo Tomás existió uno y que ahora se
encuentra en una bodega, decidieron negar cualquier posibilidad de observarlo y
obstruyeron toda entrevista. Esta investigación se hizo gracias a las personas que
decidieron no guardar silencio.
De su historia se sabe que después de haber sido donado por la reina
Juliana de Holanda, el ex presidente de la República Adolfo Ruiz Cortines decidió
otorgar a los estudiantes del IPN el privilegio de escuchar la música del instrumento y
por ello se mandó construir un campanario de acero que se colocó en el Casco de Santo
Tomás, en torno de un parque que se localizaba entre los edificios de la institución
educativa. En 1994, Cepeda Salinas propuso rescatar y rehabilitar el carillón. Para
lograrlo, se apoyó del arquitecto Luis Gaviño, los ingenieros Vito García, Luis
Calvillo Armendáriz y el maestro Roberto Soto, quienes se dieron a la tarea de buscar las
42 campanas que conformaban el instrumento original.
En entrevista con La jornada, Cepeda Salinas informa que sólo se localizaron 17 campanas
en un almacén del patronato de Obras del IPN.
El paradero de las demás se desconocía hasta que hallaron seis, que
estaban bajo resguardo de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, las cuales se prestaron a
la máxima casa de estudios para que la orquesta tocara la Sinfonía Fantástica de
Berlioz; las restantes se perdieron o fueron robadas. La institución devolvió las
campanas.
Para completar el instrumento, Cepeda Salinas y sus colaboradores tenían que fundir 19
campanas o traerlas de Holanda. Pidieron una cotización a la firma Petit and Fritsen -de
ese país europeo-, fundidora de las campanas originales, pero el costo era de un millón
de dólares, mientras que la autorización para la restauración llegaba a sólo 100 mil.
A finales de 1994, al término del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, el grupo de
rescatadores aceleró el paso para completar el instrumento. Buscaron campanas en Hidalgo
y en la ciudad de México, donde existen artesanos que las funden, pero no tuvieron
éxito.
Consultaron a la Escuela Superior de Industrias Químicas e Industriasl
Extractivas (ESIQIE), cuyo director, Timoteo Pastrana hizo el análisis metalúrgico y
químico de las campanas holandesas hasta que obtuvo la composición exacta de las
originales.
Con base en pruebas y errores, se obtuvo el timbre y la forma adecuada. El esfuerzo valió
la pena, pues, al final de los estudios, los ingenieros ampliaron el carrillón de tres a
cuatro escalas, con lo cuál éste llegó a 48 campanas. La más grande pesa 1.6 toneladas
y la más pequeña 15 kilogramos.
Los ingenieros también diseñaron una estructura que facilita el desmonte de aquéllas
para hacer más práctica su colocación en una torre que se iba a construir especialmente
para el carrillón.
La obra nunca se llevó a cabo a pesar de que el ex director Jofre Velázquez
"quería que la torre del carrillón quedara en el centro de una plaza que albergaba
varias secretarías y la Dirección General", según declara Cepeda Salinas.
Después cuando se pretendía edificar un museo tecnológico en la zona de Zacatenco,
incluso hasta ahora, el nuevo director, Diódoro Guerra Rodríguez, pensó que en el patio
del museo se podría instalar el carrillón, aunque ello no se hizo.
Imanes, ondas electromagnéticas y computadoras
De acuerdo con Cepeda Salinas el instrumento reconstruido no funciona de la manera
tradicional, es decir, no utiliza badajos ni poleas; en su lugar se usan imanes y ondas
electromagnéticas y una memoria de computadora puede guardar la más diversa selección
de melodías.
-¿Sigue completo? - supongo que sí, no creo que lo hayan desmontado
ni le hayan quitado cosas.
-¿Cuál fue su interés por reconstruirlo?- comenzó cuando trabajamos en la
remodelación del ex convento y la iglesia de San Lorenzo, instalaciones que fueron
donadas por Benito Juárez a la escuela de Artes y Oficios, en 1867. Propuse al entonces
director, Jofre Velázquez, que reconstruyéramos el carillón y lo pusiéramos en el
centro del convento; no quiso que se colocara en ese lugar, aunque sí autorizó el
presupuesto para rescatarlo.
"El carillón tubo una vida a partir de 1954 y hasta 1985. Realmente no había
concierto cada semana, pero sí eventualmente. Después del 85 empezó su mala suerte,
pues se tumbó para que Canal 11 se expandiera".
-¿Las autoridades no tuvieron la sensibilidad para respetar el espacio del carillón?-
- Eso pasó, o bien dijeron: "tiene que crecer Canal 11, porque también es una parte
importante del Politécnico, movamos todo".
-¿Es muy complicado que ahora se pueda hacer la torre par colocarlo?-
- En los ambientes gubernamentales se complica porque todo el mundo anda buscando acomodo
ahora que han pasado las elecciones presidenciales.
-¿Corre el riesgo de volver hacer abandonado por completo?-
- Sí, sin lugar a dudas, porque obviamente si la gente ve que está ahí y nadie lo pela,
se pueden robar de nuevo las campanas.
Foto: Archivo Histórico del IPN/ Omar Meneses.